sábado, 23 de agosto de 2008

1º Guerra Mundial

El mapa político de Europa estaba dominado por cinco grandes potencias: Austria-Hungría, Gran Bretaña, Francia, Alemania y Rusia, y una casi gran potencia: Italia. Entre estas naciones existía un inestable equilibrio de poder, y formaron alianzas para autoprotegerse. Austria-Hungría, Alemania e Italia formaron la triple Alianza. Francia, Rusia y Gran Bretaña formaron la triple Entente, un acto de amistad más que una alianza. Estaban dispuestas a ayudarse entre sí, pero en términos limitados.

En agosto de 1914, casi nadie sabía cómo sería la guerra. Ningún país disponía de planes para una guerra que durase mas de unos pocos meses, pues se juzgaron como innecesarios. Como única excusa de los que desencadenaron la Guerra sólo se puede decir que no tenían idea de lo que iba a ser, del dolor y ruina que iba a producir con sus cuatro años de destrucción y homicidio.La situación fue tomándose aún más explosiva a raíz de los conflictos internos que atravesaban muchas de las grandes potencias. Rusia estaba amenazada por una revolución social, el Imperio austro-húngaro se desgarraba en luchas entre nacionalidades que ya no podían ser controladas por el gobierno; en el Estado alemán los enfrentamientos políticos paralizaban la política exterior. Los gobiernos parlamentarios, como los de Gran Bretaña y Francia, debían hacer frente a los reclamos de los trabajadores y los sectores medios que demandaban mayores derechos políticos y mejores condiciones de vida.
Muchos gobiernos trataron de resolver estas crisis sociales y políticas llamando a todos los sectores a dejar de lado sus diferencias y a unirse detrás de los superiores intereses nacionales. Fomentaron un sentimiento patriótico. La escuela y el servicio militar obligatorio les sirvieron para estimular los sentimientos nacionalistas a través de ceremonias diarias, como el izamiento de la bandera. Con el mismo objetivo se establecieron nuevas fiestas nacionales, como la que conmemora la Revolución Francesa, recordada los 14 de julio en Francia. La prensa también jugó un papel importante en todo este proceso exagerando las cualidades de la nación y ridiculizando o disminuyendo las de los pueblos extranjeros.

Pero había otro nacionalismo, el de los pueblos dominados por naciones extranjeras y que luchaban por su autonomía. Tal el caso de los Balcanes, considerado el polvorín de Europa.
La mayor parte del territorio de los Balcanes estaba dominada por los imperios turco y austro-húngaro. A principios del siglo XX, los Balcanes constituían una de las zonas más explosivas de Europa. En ella chocaban distintos intereses. Los serbios querían construir un Estado yugoslavo que reuniera a todos los eslavos de la región. Para ello, debían apropiarse de territorios que estaban en poder de los imperios austro-húngaro y turco. El imperio ruso, alejado del Extremo Oriente tras su derrota ante los japoneses en 1901. 1905, estaba interesado en extender sus dominios hasta el Mediterráneo. Para lograrlo, prometió su ayuda a los serbios. Alemania, Francia e Inglaterra deseaban apropiarse del territorio que en la zona ocupaba el imperio turco para dominar un punto estratégico: el estrecho de los Dardanelos, puerta esencial para la comunicación entre el Mediterráneo y Asia central.

El conflicto militar que comenzó como un enfrentamiento localizado en el Imperio Austro-Húngaro y Serbia el 28 de julio de 1914; se transformó en un enfrentamiento armado a escala europea cuando la declaración de guerra austro-húngara se extendió a Rusia el 1 de agosto de 1914; Finalmente, pasó a ser una guerra mundial en la que participaron 32 naciones. Veintiocho de ellas, denominadas aliadas o potencias asociadas y entre las que se encontraban Gran Bretaña, Francia, Rusia, Italia y Estados Unidos, lucharon contra la coalición de los llamados Imperios Centrales, integrada por Alemania, Austria-Hungría, Imperio Otomano y Bulgaria. Se puede decir entonces que el origen de la primera contienda mundial debe buscarse en la existencia de dos grandes bloques antagónicos: la Triple Alianza (Alemania, Imperio austro-húngaro e Italia) y la Triple Entente (Francia, Gran Bretaña y Rusia), aunque su causa inmediata fue el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando de Austria el 28 de junio de 1914. Viena, que consideraba con recelo el engrandecimiento de Servia, se apresuró a culparla del magnicidio y exigió satisfacciones como preámbulo de su declaración de guerra el 28 de julio. Rusia, erigida en campeona de los países eslavos frente a Austria, proclamó la movilización general, mientras Alemania, que había dado seguridades a su aliada para una ayuda total en caso de conflicto con Rusia, envió un ultimátum a este país, y otro a Francia como advertencia y más tarde la declaración de guerra a ambos países. Por su parte, Inglaterra, que vacilaba en comprometerse con sus aliados, reaccionó al exigir Alemania a Bélgica paso libre para sus tropas. Entretanto, en el otro extremo de Europa se iba despejando la incógnita. A despecho de la pérdida de Galitzia por los austríacos, del revés alemán en Gummbinnen (agosto 1914) y del avance ruso por Prusia Oriental, Hindenburg y su jefe de Estado Mayor, Erich Ludendorff , lograron aplastar a las fuerzas del zar en Tannenberg (26-30 agosto). En 1917 Berlín reanudó la guerra submarina total, lo que acarrearía la entrada de Estados Unidos en la contienda (6 abril 1917). Los alemanes desencadenaron el 21 de marzo de 1918 una serie de embestidas que rompieron varias veces el frente aliado en San Quintín, Lys y el Aisne; pero, pese a tan brillantes resultados, se produjo el agotamiento de las energías germanas.


Los franceses comenzaron la movilización de sus fuerzas ese mismo día; las tropas alemanas cruzaron la frontera de Luxemburgo el 2 de agosto y Alemania declaró la guerra a Francia el 3 de agosto. El día anterior, el gobierno alemán había informado al gobierno belga de su intención de marchar sobre Francia cruzando Bélgica, a fin de evitar que los franceses utilizaran esta ruta para atacar Alemania. Las autoridades belgas se negaron a permitir el paso por su territorio de las tropas alemanas y recurrieron a los países firmantes del Tratado de 1839 —en el que se garantizaba la neutralidad de Bélgica en el caso de un conflicto en el que estuvieran implicados Gran Bretaña, Francia y Alemania— para que se cumpliera lo establecido en dicho acuerdo. Gran Bretaña, uno de los países signatarios del Tratado de 1839, envió un ultimátum a Alemania el 4 de agosto en el que se exigía que se respetara la neutralidad de Bélgica; Alemania rechazó la petición y el gobierno británico le declaró la guerra ese mismo día.

Italia permaneció neutral hasta el 23 de mayo de 1915, cuando rompió su pacto con la Triple Alianza para satisfacer sus aspiraciones territoriales y declaró la guerra a Austria-Hungría. La unidad de los aliados se fortaleció en septiembre de 1914 a través del Pacto de Londres, firmado por Francia, Gran Bretaña y Rusia. A medida que avanzaba la contienda, fueron sumándose al conflicto países como el Imperio otomano, Japón, Estados Unidos y otras naciones del continente americano. Japón, que había firmado una alianza con Gran Bretaña en 1902, declaró la guerra a Alemania el 23 de agosto de 1914, y el 6 de abril de 1917 lo hizo Estados Unidos.
Por lo que respecta a la situación del frente oriental en 1916, los rusos lanzaron una ofensiva sobre la región del lago Narocz, al nordeste de Vilna. Esta acción, cuyo propósito era obligar a los alemanes a trasladar sus tropas de Verdún a la región del lago Narocz, fracasó estrepitosamente. La operación que emprendieron en junio resultó más satisfactoria. Los italianos solicitaron que se llevara a cabo alguna acción para aliviar la presión de la ofensiva austriaca en la región de Trentino-Alto Adigio; los rusos, en respuesta a su petición, atacaron a los austriacos en un frente que se extendía desde el sur de Pinsk hasta Chernovtsi. Hacia el mes de septiembre, cuando los numerosos refuerzos alemanes procedentes del frente occidental detuvieron el avance de los rusos, éstos habían hecho retroceder unos 65 km a las tropas austro-alemanas a lo largo de todo el frente y habían capturado alrededor de 500.000 prisioneros. Pese a no conseguir tomar sus principales objetivos, las ciudades de Kovel y Lvov, el ataque ruso persuadió a Rumania para intervenir en la guerra en apoyo del bando aliado (27 de agosto de 1916).
Rumania lanzó inmediatamente una invasión sobre la provincia austro-húngara de Transilvania (agosto y septiembre), pero las fuerzas austro-alemanas expulsaron a los rumanos de la región. Estas tropas, junto con soldados búlgaros y turcos, invadieron Rumania (noviembre y diciembre), que a mediados de enero de 1917 había sido completamente conquistada, con lo que los Imperios Centrales se habían asegurado importantes reservas de trigo y petróleo.
En 1916, Thomas Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos, que en esos momentos era una potencia neutral, intentó que las naciones beligerantes entablaran negociaciones que condujeran a la paz. Como resultado de sus esfuerzos, el gobierno alemán comunicó a Estados Unidos en el mes de diciembre que los Imperios Centrales estaban dispuestos a iniciar las negociaciones de paz. Cuando Estados Unidos informó de esta noticia a los aliados, Gran Bretaña rechazó la oferta: Alemania no había establecido cláusulas concretas para la paz y en esos momentos Rumania acababa de ser conquistada por los Imperios Centrales, por lo que no era de esperar que éstos aceptaran unos términos razonables. Finalmente, Wilson consiguió que cada uno de los bandos comunicara sus peticiones concretas, pero éstas resultaron ser irreconciliables.



La política de neutralidad estadounidense quedó modificada cuando Alemania anunció en enero de 1917 que a partir del 1 de febrero recurriría a la guerra submarina sin restricciones contra la flota británica y todas las embarcaciones que se dirigieran a esta nación. Los expertos civiles y militares alemanes habían calculado que esta estrategia provocaría la derrota de Gran Bretaña en seis meses. Estados Unidos ya había expresado su fuerte oposición a la guerra submarina sin restricciones porque violaba sus derechos como potencia neutral, e incluso había amenazado a Alemania con la ruptura de relaciones diplomáticas si se llegaba a aplicar esta estrategia, de manera que interrumpió sus gestiones en favor de la paz. El 3 de febrero, Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Alemania; varias naciones latinoamericanas, entre ellas Perú, Bolivia y Brasil, secundaron esta acción. Estados Unidos declaró la guerra a Alemania el 6 de abril.
En marzo de 1917 la primera fase de la Revolución Rusa culminó con el establecimiento de un Gobierno Provisional y la abdicación del zar Nicolás II. El nuevo régimen prosiguió con la guerra; en julio, las tropas rusas, al frente de las cuales se encontraba el general Alexéi Alexéievich Brusílov, avanzaron con cierto éxito en el frente de Galitzia, pero posteriormente perdieron gran parte del territorio conquistado. En septiembre, los alemanes tomaron Riga, defendida por las fuerzas rusas del general Lavr Gueórguievich Kornílov y ocuparon la mayor parte de Letonia y un gran número de islas rusas del mar Báltico en el mes de octubre. Uno de los puntos programáticos del partido bolchevique, que tomó el poder el 7 de noviembre, era la retirada de Rusia del conflicto; el 20 de noviembre el nuevo gobierno ofreció a Alemania la suspensión de las hostilidades. Los representantes de Rusia, Austria y Alemania firmaron el armisticio el 15 de diciembre, con lo que cesó la lucha en el frente oriental.
Los primeros meses de 1918 no resultaron favorables para las potencias aliadas. Rusia firmó el 3 de marzo la Paz de Brest-Litovsk, por la que se ponía fin oficialmente a la guerra entre esta nación y los Imperios Centrales; el 7 de mayo, Rumania firmó el Tratado de Bucarest, según el cual debía ceder la región de Dobrudja a Bulgaria, los pasos de la cordillera de los Cárpatos a Austria-Hungría y conceder a Alemania un arrendamiento a largo plazo de los pozos de petróleo rumanos. Los aliados también pusieron fin a la guerra en el frente turco de forma satisfactoria en 1918.
Las fuerzas británicas rompieron las líneas turcas en Meggido y derrotaron a los destacamentos alemanes que les apoyaban en el mes de septiembre; los británicos, después de unirse a las tropas árabes lideradas por Lawrence, tomaron Líbano y Siria. En octubre tomaron Damasco, Alepo y otros puntos estratégicos; a su vez, la Marina francesa ocupó Beirut y el gobierno otomano solicitó un armisticio, que se firmó el 30 de octubre. Según las condiciones establecidas, el Imperio otomano debía retirar sus ejércitos, romper relaciones con los Imperios Centrales y permitir a los buques de guerra aliados cruzar el estrecho de los Dardanelos. A pesar de las victorias de los alemanes sobre los rusos y los rumanos en 1917, los aliados formularon unos objetivos de guerra a comienzos de 1918 radicalmente opuestos a los expresados por los Imperios Centrales.

La política de pacificación de Wilson comprendía catorce puntos cuyo objetivo era alcanzar una paz justa e indujo a los Imperios Centrales a cesar las hostilidades algunos meses después. A comienzos de 1918, los alemanes decidieron llevar a cabo un esfuerzo supremo en la primavera de ese año para romper las líneas aliadas en el frente occidental para llegar hasta París. Esta poderosa ofensiva, que comenzó el 21 de marzo, fue dirigida contra el frente británico situado al sur de Arras. El temor a que los alemanes consiguieran atravesar las líneas aliadas se fue extendiendo debido al éxito de la ofensiva durante la primera semana; por este motivo, los aliados encargaron al general Ferdinand Foch la coordinación de las operaciones aliadas, nombrándole comandante general de los ejércitos aliados en Francia -formados por franceses, belgas, británicos y estadounidenses- al mes siguiente. De abril a junio los alemanes emprendieron un segundo avance, lo que les permitió llegar hasta un punto del Marne que se hallaba tan sólo a 60 km de París, pero las tropas francesas y la II División estadounidense detuvieron el avance alemán en la batalla de Château-Thierry (4 de junio) y la fuerza de la ofensiva alemana decayó enormemente a mediados de julio. Pese al avance logrado en la segunda batalla del Marne, sus progresos se vieron frenados inmediatamente por las tropas francesas y estadounidenses. El general Foch, que advirtió que la ofensiva alemana carecía de fuerza, ordenó un contraataque el 18 de julio. Los alemanes se vieron obligados a replegarse sobre el Marne y los aliados tomaron la iniciativa en el frente occidental y siguieron en esta línea hasta que concluyó el conflicto. Los aliados emprendieron una ofensiva sobre las líneas alemanas establecidas en Amiens (del 8 al 11 de agosto); los alemanes se rindieron tres meses después.

Las fuerzas británicas y francesas ganaron la segunda batalla del Somme y la quinta batalla de Arras durante la última semana de agosto y los primeros días de septiembre, e hicieron retroceder a los alemanes hasta la Línea Hindenburg. El resto de las tropas alemanas fue reducido por los estadounidenses en la batalla de Saint-Mihiel (12 y 13 de septiembre). Los británicos avanzaron hacia Cambrai en octubre y principios de noviembre, y los estadounidenses atravesaron el bosque de Argonne. El último ataque logró romper las líneas alemanas establecidas entre Metz y Sedan. Como resultado de estas ofensivas, Ludendorff pidió al gobierno alemán que solicitara un armisticio al enemigo. El gobierno alemán inició las conversaciones con los aliados (octubre), pero éstas fracasaron cuando el presidente Wilson insistió en negociar únicamente con regímenes democráticos.

Mientras tanto, los británicos realizaban importantes progresos en el norte de Francia y a lo largo de la costa belga, y las tropas francesas y estadounidenses llegaron a Sedan el 10 de noviembre. La Línea Hindenburg había sido completamente aniquilada a comienzos de este mes, y los alemanes se retiraban con rapidez de todo el frente occidental. La derrota del ejército alemán tuvo repercusiones en el interior del país que afectaron de forma muy negativa al gobierno establecido. La flota alemana se amotinó, el rey de Baviera fue destronado por un levantamiento y el emperador Guillermo II abdicó en noviembre y huyó a los Países Bajos. El día 9 de ese mismo mes se proclamó la República de Weimar en Alemania, cuyo gobierno envió una comisión para negociar con los aliados. A las cinco de la mañana del 11 de noviembre tuvo lugar en el bosque de Compiègne la firma del armisticio entre Alemania y los aliados; este documento estaba basado en las condiciones establecidas por los vencedores; esa misma mañana cesaron las hostilidades en el frente occidental.


CONSECUENCIAS


Se calcula que la guerra produjo aproximadamente ocho millones de muertos y seis millones de inválidos. Francia fue el país más afectado, proporcionalmente: 1,4 millones de muertos y desaparecidos, equivalentes a un 10% de la población activa masculina, acompañado por un déficit de nacimientos. El estancamiento demográfico francés se prolongó, con un envejecimiento de la población que sólo logró crecer con la inmigración. El norte francés estaba en ruinas: casas, puentes, vías férreas, fábricas, etc.



En el plano político, cuatro imperios autoritarios se derrumbaron, lo que transformó profundamente el mapa de Europa, rediseñado por el tratado de paz de 1919: *el Imperio del zar (transformado en la Rusia comunista, más tarde la URSS), *el Imperio Otomano se redujo a Turquía (península de Anatolia y Constantinopla), *el Imperio Austrohúngaro fue desmantelado y nacieron las minúsculas Austria, Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia como nuevos países independientes, *el Imperio alemán llegó a su fin y fue reemplazado por la República de Weimar, mermada territorial y económicamente por el pago de las reparaciones de guerra.

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